En Filipina se encuentra el municipio de Sagada, un lugar donde se llega por carreteras sinuosas
conocido por los ataúdes colgantes en los acantilados.
En el valle de Mountain, vive la
tribu de los Igorot, que significa gente
de las montaña.
Los Igorot practican uno de los ritos funerarios más extravagantes
del mundo.
La peculiar costumbre de esta tribu
es colgar los ataúdes en los acantilados y cuanto más arriba estén los difuntos
más fácil será llegar al cielo y más cercanos estarán los familiares y siempre
en lugares donde llegue la luz del sol para dar "vida" al alma del
muerto, aunque tambien existe otra hipotésis, el hecho de no hacer inhumaciones
y colgar las cajas podía ser una forma de no ocupar las tierras reservándose
exclusivamente al cultivo y de alejar los cuerpos de los animales y de los
deslizamientos de tierra.
Los ataúdes son fabricados
artesanalmente con madera, cuando hay un muerto se viste con indumentaria de
colores e insignias para facilitar el reconocimiento de los familiares cuando
llegue al cielo.
Se pone dentro del ataúd en posición
fetal, como para completar el ciclo vida-muerte, la tribu creen que “una persona debe salir del mundo en la misma posición que
entró”, la muerte, así, es siempre como el
gran regreso a casa.
Durante el rito de la procesión para
llevar el ataúd a su destino final, los familiares portadores del mismo pueden
ser manchados por la sangre del cadáver al rezumar éste sus fluidos al
exterior, lo que les permitiría poseer las habilidades o dones que el fallecido tenía
Junto a algunos ataúdes también se pueden observar sillas colgadas que eran las que utilizaba el fallecido para sentarse, para que los acompañen también al más allá.
Pero esta tradición no solo la
práctica la tribu Igorot, sino que otros grupos étnicos también la llevan a
cabo como por ejemplo los Bo, que se encuentran en el sur de China.
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