Se trata de un ritual de
500 años de antigüedad que se celebra en la
India en el que los bebés nacidos en el último año son lanzados por
un sacerdote desde una torre de 15 metros de altura para que tengan suerte y fortaleza el resto de su vida.
Los niños caen sobre una tela blanca elástica sostenida por
algunos hombres, quienes a pesar de las críticas recibidas aseguran que en
cinco siglos ningún niño ha sufrido accidentes, aunque cueste creerlo.
Si hay personas que están en contra
de la tradición, las autoridades explican que no pueden hacer nada al respecto
porque se trata de una práctica amparada por la ley.
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